Para Olvidarla
Un día se cansó de esperarla o, mejor dicho, tuvo la certeza de que nunca volvería. Comenzó, entonces, a desprenderse de todo aquello que la recordara.
Tiró sus cartas y el único regalo que le hiciera alguna vez: un disco de Los Beatles. Revisó los cajones del escritorio, del armario, de la cómoda, y fue encontrando una serie de testimonios de lo que había sido su amor: un boleto de colectivo, un encendedor azul, un poema escrito para ella, una entrada para un concierto de Pastoral, un pétalo marchito, un paquete de cigarrillos vacío. Cada un de esos objetos representaba una instante vivido junto a ella. Todo fue arrojado a la basura con una mezcla de furor, tristeza y vergüenza.
Pero no quedó conforme: no debía quedar nada que tuviera la más mínima relación con ella. Así que juntó toda la ropa que usó durante los tres meses que duró el noviazgo y la tiró por la ventana. No le importó que esa acción redujera su vestuario a tan sólo una camisa, un pantalón y un par de medias. ¡Mañana se compraría zapatos nuevos o andaría descalzo! Luego tiró el reloj, y más tarde quemó la cama en la que una vez hicieron el amor. Nada debía quedar. Tampoco la mesa en la que solían cenar, ni el sofá, ni el inodoro. Menos aún el espejo del baño que tantas veces reflejó su hermoso rostro.
Pero no quedó conforme: no debía quedar nada que tuviera la más mínima relación con ella. Así que juntó toda la ropa que usó durante los tres meses que duró el noviazgo y la tiró por la ventana. No le importó que esa acción redujera su vestuario a tan sólo una camisa, un pantalón y un par de medias. ¡Mañana se compraría zapatos nuevos o andaría descalzo! Luego tiró el reloj, y más tarde quemó la cama en la que una vez hicieron el amor. Nada debía quedar. Tampoco la mesa en la que solían cenar, ni el sofá, ni el inodoro. Menos aún el espejo del baño que tantas veces reflejó su hermoso rostro.
Pronto comprendió que la casa entera debía ser borrada de la faz de la Tierra; así que le prendió fuego. Pero aún quedaban los bares, las veredas, los parques, las estrellas, la luna...en definitiva, quedaba él. pensó en varias alternativas, hasta que se decidió por las vías del tren.
[Consejo: Haga lo Que sienta Su Corazón!]
By : Franklin
No hay comentarios.:
Publicar un comentario